domingo, 23 de marzo de 2014

SI QUIERES SACARTE UNA ESPINA, NO TE PONGAS MANOPLAS. Un fin de semana ‘largo’ (15/03/2013 – 16/03/2014)


Ha pasado una semana de la Carrera Alto Sil.
El muro visto desde La Chañada
He querido que las emociones se reposaran un poco antes de escribir esta psico-crónica. No ha sido sencillo digerir la frustración que sentí el domingo pasado, pero hay que relativizar las cosas y asignarlas el valor real que tienen. El hecho de que mi retirada en Páramo fuera una consecuencia, lógica y esperada, del estado en que mis cuádriceps llegaron a la línea de salida no alivió mi decepción. Ahora es el momento de que la razón cierre el balance de un ‘largo fin de semana’.  
La cagué. Esto no es una opinión, es un hecho. No pretendo flagelarme en la plaza pública para intentar redimir mi error, ni quiero convocar con mis lamentos un coro de ánimos, pero necesito hacer un ejercicio honesto de autocrítica para ver qué falló y por qué sucedió.
¿Podría haberla cagado mucho más si hubiera intentado acabar la carrera? Seguro. Esto sí es una opinión, aquí puede haber debate, pero yo estoy convencido de que en ese momento hice lo que debía. Pero empecemos por el principio.


Yo no conozco de nada a estos tres, lo juro.
A quién no me conozca, le conviene saber para entender todo este desvarío que ésta es mi carrera favorita. Tampoco conozco tantas como los otros tipos de la foto porque, a pesar de los 51 tacos que cumpliré en un par de semanas, soy un gastazapas bastante novato - 4 años - y como corremontes aún lo soy más. Mi primera carrera por montaña fue la MM de Somosierra en octubre de 2011. En marzo de 2012 leí la doble crónica que Celso y Alberto publicaron en el blog de RdB de su fin de semana en Alto Sil y supe que yo también quería vivir esa experiencia algún día. Tenía un año para ponerme las pilas y llegar a la primera posibilidad con ciertas garantías. No era escenario para hacer el gañán.
Y en 2013 allí fuimos Bego, las chicas y yo con la furgo. Bueno, y Celso, Alberto y Markos con Dido y Jennnifer. Y allí conocí a Manu el tapiero y al Ciego Sabino y a otros corremontes de los que había oído hablar y con los que el domingo por la mañana intercambiaba risas y nervios. El año pasado también descubrí otra singularidad de esta carrera tan especial. En cada edición Lolo, su organizador y alma máter, se inventa alguna nueva putada que la hace un poco más dura y un poco más interesante que el año anterior. El año pasado fue el Pico Negro. Cuando llevas 25K te encuentras una tapia que sube casi 400 metros en 1,3K. Una broma. La nieve en buena parte del recorrido, el barro y el vadeo de ríos provocaron sudor y risas en partes muy desiguales.
Mi chip de 2013, el 314. Como 'pi', pero sin coma.
En el avituallamiento de La Collada, a falta de 4 km. de cómoda bajada por el bosque, me ‘cazó’ Gaizka, el corredor escoba. Por un momento pensé que estaba de coña cuando me pidió el chip. Había dos puntos intermedios, Páramo y Primout, con tiempos de corte, pero no imaginaba que a esas alturas de la prueba pudiera quedar ‘retirado’. Le di lo que me pedía y en esos 4 kilómetros corriendo hasta meta, en los que fui desde la sorpresa inicial a la alegría absoluta, reconozco que pasé por un momento de indignación que se disipó en pocos minutos y no llegué a compartir con nadie. Si había algún motivo para sentirme indignado, había miles para sentirme feliz, y además es mucho más divertido correr cuando te sientes feliz, aunque estés descubriendo a través del dolor músculos que ni sospechabas que tenías. En el final del bosque me estaba esperando Bego, supongo que ya un poco preocupada porque llevaba 6 horas corriendo. Cuando crucé la línea de meta no pensé en Gaizka, ni en el chip, ni chorradas parecidas. Me sentí mucho más orgulloso de mí mismo que cuando terminé mi primer maratón. Estaba muy feliz y muuuuuy cansado. Paella, besos y abrazos fueron un reconstituyente inmejorable. Antes de terminar la paella decidí que volvería en 2014 y esperaría a Gaizka en meta. 
   
15 de enero de 2014. 9:00 a.m. Estoy en mi oficina, delante del ordenador, con dos ventanas abiertas en el Firefox: youevent.com y carreraaltosil.com. Se acaban de abrir las inscripciones y sé que en menos de una hora se habrán agotado los 400 dorsales. Las dos páginas parecen caídas por la saturación (efectivamente lo estaban) Al final, a las 9:54 consigo inscribirme. Primer obstáculo superado. Ahora sólo queda seguir entrenando para llegar en forma y hacer una carrera decente.
Pedriza, 1 de marzo. Running in the rain
Analizando mi entrenamiento desde ese día hasta el día de la carrera y comparándolo con el mismo periodo del año anterior, he visto que ha disminuido el volumen de kilómetros y el número de entrenos, pero han aumentado un poco los entrenos en montaña y su volumen específico. Por resumirlo, menos cantidad y más calidad.
En todo caso, la madre del cordero, la razón por la que pienso que la cagué hace una semana tiene que ver con las dos anteriores. Quería llegar a tope y sólo conseguí llegar a tope de sobrecarga en mis cuadriceps. Había ido asimilando bien todos los entrenos y creía que estaba haciendo las cosas bien.
En Pedriza, el sábado 1 de marzo, no paró de llover ni un segundo. Durante dos horas me di una caña tremenda con Celso, Alberto y Markos. Creo que me vinieron genial y el martes en la Dehesa de la Villa y el jueves en El Retiro hice otros dos entrenos con Alberto y Markos exigentes y disfrutones.
Equipazo RdB en el cross de Hortaleza
 El sábado corrimos el cross de Hortaleza. Una carrera pequeña y muy maja. Recorrido durito con continuas subidas y bajadas. Mi primer cross, de hecho. Yo me tuve que largar pitando porque después había quedado con amigos para pasar el día en Pedriza. Era un plan familiar, bastante dominguerillo, pero caminamos unos 12K al tran tran.
  El domingo subimos a La Maliciosa desde La Barranca.
Iniciando el descenso de La Maliciosa
La nieve estaba durita y había que ir con cierto tiento. En la bajada pillamos algunos tramos delicados y la tensión iba cargando aún más los cuadriceps. Al llegar a la zona en la que se podía correr había mogollón de piedra y era bastante técnica. Después, un par de kilómetros de rápida pista de bajada y por último 1,5K en los que subimos poco más de 100 metros, pero estaba tan machacado que tuve que hacer algunos tramos caminando. Quedaba menos de una semana para llegar a Alto Sil y yo era incapaz de trotar en aquella cuestecilla de mierda. Tranquilo. Seguro que un buen descanso te vuelve a dejar como nuevo.  
 
El martes quedamos en El Retiro para soltar las patas. Ese era el objetivo para los 3: soltar las patas. Hicimos un par de vueltas largas, como el jueves anterior, pero mucho más suave. Mis patas empezaron siendo de corchopán y no se convirtieron en otra cosa.
El jueves fui a la Fisio para ver si un masaje podía ayudar. A pesar de que no se aplicó como lo habría hecho de no tener la carrera a sólo 60 horas, creo que salí más tocado de lo que entré. Hielo por la noche y estiramientos. El viernes cada vez que me levantaba, aprovechaba para estirar. Incluso estuve currando de pie a ratos para poder estirar. Por la tarde cogimos la furgo y nos pusimos en carretera con idea de dormir en Salentinos. Juanlu iba a correr el kilómetro vertical que subía desde allí al Bóveda, salvando 800 metros de desnivel en 4 km. La organización había comunicado que la nieve estaba muy dura y recomendaba el uso de crampones para zapas y permitía, excepcionalmente, el uso de bastones. La verdad es que Juanlu ya nos había demostrado otras veces que es capaz de hacer este tipo de dobletes sin problema, pero llevaba tiempo sin pisar la montaña y él mismo tenía sus dudas. Al final decidió no participar en el KV y me mandó un wassup, pero en Salentinos no teníamos cobertura y no nos enteramos hasta mediodía al llegar a Páramo.
Salentinos, punto de salida del KV al Bóveda
El tema es que amanecimos en Salentinos, un día genial, despejado y fresco al principio, aunque acabaría haciendo calor para la carrera. Bego y yo subimos como un kilómetro más o menos, haciendo fotos a los participantes que salían por parejas. Allí vimos por primera vez a una chica que nos dejaría con la boca abierta todo el fin de semana: Leire Fernández, 16 añitos. Finalmente sería la ganadora de esta carrera y haría 2ª el domingo. Se abre el debate sobre la conveniencia o no de que una persona tan joven compita en este tipo de pruebas, pero lo que no admite ninguna duda es que tiene una clase como la copa de un pino y un futuro increíble por delante. Ojalá que lo disfrute y que nosotros podamos verlo, aunque sea de lejos.
Súbida al Bóveda
Después de que viéramos pasar a todos los corredores, le dije a Bego que prefería bajar al pueblo y descansar un poco. La verdad es que cada paso que daba bajando notaba la tensión en el cuádriceps de la pierna de apoyo… ¡y estábamos caminando!
Al final, después de la entrega de premios, comida ofrecida por los vecinos de Salentinos. En un pueblo precioso, una gente guapísima y unas patatas con berza ¡¡¡ESPECTACULARES!!! También estaban estupendos la empanada, el embutido, el queso, el vino… joder estoy salivando al recordarlo. Y mientras comíamos, unas vacas pastaban en el prado que se extendía a nuestros pies y algunas limpiaban a lametazos a terneros que parecían tener pocas horas. Imagino que las vacas debían alucinar con un  público tan numeroso y animado.
Después de un cafelito en el bar, ponemos rumbo a Santa Cruz. El parking está prácticamente vacío y ponemos la furgo en un bancal al fondo, por encima de la tienda del Ciego Sabino.
Leyendo al sol en el Hotel California de Santa Cruz
Nos instalamos y dormitamos un rato hasta que llega Markos con su furgo. El resto vendrán un poco más tarde. Recogemos el dorsal en el sitio nuevo, muy chulo. Unas fotos, unas risas, llegan Juanlu y Mapi, más fotos más risas, llegan Alberto y Jen… le damos un toque a Jan, pero él y Ruth ya han recogido sus dorsales y se han vuelto al hotel. Vamos al briefing con Lolo y Gaizka. Parece que la novedad este año está en el final y además de incorporar acebos a la larga lista de especies autóctonas que la carrera nos muestra, tiene una llegada en subida, desde el río hasta la plaza, que no dejará indiferente a nadie ¿verdad Markos?
Charlando con Gaizka después de apretarnos los spaguettis
Cena de pasta, en la que Gaizka y yo recordamos de buen rollo nuestro encuentro del año anterior en La Collada. Cafés y orujitos en el Changuita y cada mochuelo a su olivo.


Domingo 16. Día D.
Me levanto a las 7:30. A pesar del bizcocho tan rico que sé que hay en la plaza, decido desayunar tranquilamente en la furgo. Intento estar tranquilo y no ponerme a pensar en nada que no sea qué voy a ponerme o a llevar en la mochila de hidratación. Si suena la flauta y las patas aguantan, tiene pinta de que voy a necesitar agua entre avituallamientos. Pongo el dorsal en mi nueva camiseta del Culmen-RdB Mountain Team. No se me ocurre un mejor sitio para estrenarla (después tampoco se me ocurriría un resultado más lamentable para el primer día con ‘la negra’) La mañana está fresca, el termómetro marca 1o.
A 40' de la salida, Markos sigue zampando
Nos acercamos con Markos a la plaza y por allí andan todos. Bego se va porque quiere subir a La Chañada para ver la bajada por el cortafuegos y la subida del muro. Llaman para el control de chips y la entrada al corralillo. Un año más tarde los nervios son los mismos, las razones no. Pero como decían los romanos y el pirata de Asterix, ‘alea jacta est’. De nada sirve ahora pensar en qué carrera habría podido hacer si estuviera como dios manda y no tuviera estas patas de corchopán.
Salida de 400 piraos to pa'rriba


Llega la hora. Una cuenta atrás y… una cuesta arriba. El público está espectacular. He salido con una chaqueta ligera, casi un cortavientos con capucha. Me sobra después del primer kilómetro, pero no quiero parar a quitármelo y aprovecho un tapón que nos obliga a caminar para hacerlo y meterlo en la mochila. Despliego los bastones, que prácticamente estoy estrenando en mi primera carrera con estos artilugios. Supongo que ayudan a progresar en las subidas, sobre todo cuando vas justito. Llegamos arriba. Hemos superado 420 metros de desnivel en 3K. 32’. Mis piernas no se quejan, pero esto no ha hecho más que empezar, veamos qué tal va la bajada. Los primeros metros son muy corribles y rápidos.
Bego está justo en el punto en el que la inclinación ya se hace más delicada. Buena elección. Me pregunta cómo voy, le digo que bien y me tiro para abajo. En 900 metros de recorrido descenderemos casi 300. Recuperaremos más de la mitad en los siguientes 500 metros.
Bajando de La Chañada
Eso es el muro. Tenía miedo de cómo me sentiría en la bajada, pero estaba más torpe que dolorido. Es una buena noticia. Subiendo el muro no voy sobrado, pero no tengo demasiadas molestias musculares, sigo feliz. Avituallamiento líquido. Paro un momento, intento ver a Bego al otro lado pero no soy capaz. Después de 1k de suaves toboganes, empieza un descenso fácil y rápido hacia Páramo de Sil. Para mí, empiezan los problemas. Los cuádriceps han decidido recuperar el protagonismo de los últimos días y se manifiestan. Intento no escucharles, bajo un poco el ritmo y parece que bajan también las molestias. Cuando la pendiente se hace más pronunciada, los cuádriceps chillan un poco más alto. Llegamos a un tramo de asfalto y me dejo llevar en un pequeño grupo, intentando abrir un paréntesis en mi mente hasta que lleguemos al avituallamiento. La bajada de hierba y barro hacia el río acaba con la negociación y vuelven las molestias. Subo las escaleras en las que, como el año pasado, hay mogollón de gente animando. Cuando terminan, mis piernas parece que tardan en responder y troto torpemente hasta el avituallamiento. Lo que yo tengo no se arregla con plátanos ni barritas, ni gominolas, pero como un poco de todo esto mientras se endurece la batalla que tiene lugar en mi cabeza. Llevo 1 hora y media de carrera. Llega Ruth. Le pregunto por Jan y me comenta que lo ha dejado bajando. Si pretendo seguir no puedo quedarme aquí a vivir, así que salgo del avituallamiento. Recorro unos 100 metros y me paro. Esto no tiene ningún sentido. ¿Dónde coño voy? Sé lo que queda y sé cómo estoy. Mis piernas no van a mejorar y cada bajada va a doler más que la anterior. Lo único que puede pasar es que casque en mitad de ninguna parte y dé la lata más de la cuenta. Paro y me doy la vuelta.
Ruth subiendo desde el río. Meta a 400m.

Me cruzo con Ruth que sigue con su sonrisa de siempre. Esta chica es increíble. Al final conseguirá acabar en tiempo. Me imagino que su traumatólogo estará flipado con ella, y eso que no tiene idea real de lo que se metió el domingo entre pecho y espalda. Mi admiración absoluta.
Entrego el chip al control y espero junto a otros 3 corredores a que llegue alguien que nos llevará a Santa Cruz. Fantásticos los voluntarios de esta gran carrera. Estoy triste y jodido, pero tengo claro que seguir habría sido estúpido. He vivido una experiencia amarga porque tenía muchas ganas de disfrutar esta carrera, pero estas lecciones no se olvidan.
Después de asearme un poco y cambiarme, llamo a Bego para decirle que me he retirado. Ella está con Mapi y Jennifer animando cerca del río, a unos 500 metros de meta. Se viene a buscarme, y hacer de paso un poco de terapia. Volvemos juntos a la zona del río y allí, entre fotos, aplausos y alaridos de ánimo a los nuestros cuando les veo al otro lado, se me va quitando el mal rollo. Pasan Alberto, Markos, Juanlu, Ruth… Nos quedamos hasta que pasa Gaizka pero me faltan Jorge y Jan. Éste último no me extraña demasiado porque no le vi sobrado cuando pasó por Páramo, pero lo de Jorge sí es raro. Me pasó cuando bajábamos a Páramo y cuando nos vimos en el avituallamiento le vi genial. Al final supongo que se quedó demasiado tiempo en los avituallamientos y le cazó Gaizka a falta de 4K. ¿Os suena? Bueno, espero ver a Jorge muchas veces en el próximo año, pero sé que nos veremos aquí el año próximo.  
Ahora toca volver a entrenar y seguir mejorando.  Además del maratón de Berlín en septiembre no tengo ningún otro compromiso de momento, pero tengo claro que quiero invertir las proporciones de asfalto y Trail de años anteriores.
Y por supuesto Carrera Alto Sil y yo tenemos una cita el 17 de marzo de 2015 (o antes)