martes, 30 de diciembre de 2014

San Silvestre Trail de Pedrezuela. 27/12/2014


No están todo los que son, pero son todos los que están

 Cierro el año con la misma carrera que el año anterior. En sólo 3 ediciones, la San Silvestre Trail de Pedrezuela se ha convertido para muchos en un clásico imprescindible del calendario navideño. Un recorrido precioso, una organización fantástica y un montón de amigos, ¿quién necesita más motivos para acudir a esta cita el último sábado del año? El CDETM de Pedrezuela nos propone un recorrido muy atractivo que, sin alcanzar los 1.000 metros, acumula 520 de D+ en 18 kilómetros técnicamente muy diversos. El cañón del Guadalix pone la guinda al paisaje.
El tipo del gorro no tenía ni idea de cómo iba esto...
Este año Bego se había apuntado de voluntaria, por lo que mi cita se adelantó un par de horas. A las 7:30 debíamos estar en el polideportivo. Allí supe que Juanma, a quién conocí en el mes de marzo en Alto Sil, formaba parte de este club y participaría como escoba. Estuve charlando con su padre, también voluntario y veterano ultramaratoniano. Juanma tiene muy alto el listón para ser el gastazapas nº 1 de la familia.
 Poco a poco fueron llegando caras conocidas. Besos, abrazos y muchas fotos.
Llega la hora. Pasamos el control de chips (muñeca) y al cajón. Busco a Juan. Veo su gorra unos diez metros por delante. Está con su amigo Nacho, a quién reconozco de la peli de la Trail Walker y Javier Belloso. Me gusta correr con el keniata. Solemos llevar ritmos similares, tenemos planteamientos parecidos y casi siempre llevamos la misma camiseta (yo hoy llevo la negra del Culmen-RdB MT) Habla pero nunca parlotea, es un buen compañero. También podría quedarme con Juanlu y los FFDR, pero van a salir muy atrás y prefiero no llegar muy retrasado al río.
Gerardo 'repasándome' después de una paradita
Ponemos un ritmo con el que me siento cómodo. Algunos corredores nos pasan, como Gerardo (2 veces) y nosotros alcanzamos a otros.
En el río evito el atasco por el paso marcado, vadeándolo un poco más arriba. El agua está fresca y disfruto con el chapoteo.
Pasamos el primer avituallamiento en el que prácticamente no para nadie. Corremos juntos en las pistas y uno tras otro en los senderos y tramos más técnicos. Unas veces Juan va delante y otras yo. El último tramo antes del 2º avituallamiento voy yo delante. Cuando llego, cojo un pedazo de plátano y otro de naranja mientras espero que él llegue. Me extraña que no lo haya hecho ya porque veníamos juntos todo el tiempo. Espero otro rato y pienso que ha debido pasar ya, sin que me haya dado cuenta. Dejo el avituallamiento y vuelvo a la carrera. Intento mantener un ritmo más o menos vivo el resto del tiempo. No volveré a encontrar ninguna cara conocida hasta ver a Mapi en el punto en el que se dio la salida.
Km. 16. (c) Sebastíán Navarrete
Al final no me quedaba mucho más por exprimir. 1:54, 10’ menos que el año pasado. Busco a Juan en la zona de meta pero no parece que esté por aquí. Me pongo en la fila del caldito y el bocata. Bego está dando el caldito y me hace un resumen de los amigos que han ido pasando por allí. Estoy charlando con Celso cuando llega Suso y me dice que Juan ha tenido un accidente con una rama y se ha hecho una brecha en la cabeza que sangraba bastante. Todos los que van llegando hablan de la brecha de Juan, pero las noticias van siendo algo más tranquilizadoras. Reyes le ha dejado su buff para que lo use como vendaje. Afortunadamente la herida fue más aparatosa que grave y nuestro keniata blanco ya estará dándole a la zapa, seguro.
Termina un año con luces, sombras y claroscuros, como todos supongo. La diferencia está en las proporciones, pero sobre todo en cómo te afectan unas y otros. Ahora creo que disfruto más corriendo de lo que lo hacía el año pasado. En 2015 he conocido nuevos compañeros gastazapas y he disfrutado de momentos fantásticos con algunos de los ‘viejos’.
Llegando a meta
Hace poco he empezado a ir al gimnasio. En noviembre, dos días después de asegurar ante unas 15 personas que no me interesaban los ultras y que me daban alergia los gimnasios, me tocó un dorsal para el GTP. Afortunadamente puedo elegir distancia y me quedaré con el TP60. No hay que despreciar a la Providencia. El gimnasio sigue sin gustarme demasiado, pero no es tan aburrido como pensaba. En 2015 espero encontrar el modo de enfocar y coordinar mis entrenamientos y carreras para ir progresando durante el primer semestre y encarar mi reto del Peñalara con las máximas garantías. Mi objetivo es disfrutarlo de principio a fin, y si llego de día mejor.
Mi excursión del 28 de junio de 2015. ¿Te apuntas?
Luchad por vuestros sueños(,) insensatos.






Las fotos son de Mapi, Marian y Navarrete.
Gracias a los 3. 

lunes, 6 de octubre de 2014

41st BMW BERLIN MARATHON


Bego volvía a Berlín después de 20 años. Entonces me regaló una camiseta con esta imagen. Aún la tengo.

¿POR QUÉ BERLÍN?
Quién me conoce sabe que cada día disfruto más corriendo por el monte y menos por el asfalto, pero he decidido seguir corriendo, al menos, un maratón de asfalto al año. Me ayuda a valorar mi evolución y a saber en qué punto me encuentro. Y me gusta.
Si vives en Europa y corres maratones, parece lógico que antes o después decidas pasar el último domingo de septiembre recorriendo las calles de Berlín con otras 40.000 personas. Aquí se celebra el que para mucha gente es el mejor maratón del viejo continente. Cuando leí las crónicas de Alberto y Santi de sus participaciones en 2011 yo ni siquiera había pensado en correr mi primer maratón, pero ahí quedó la semillita. El año pasado estuvo Celina, que se marcó un carrerón. Su crónica fue fantástica y yo la leí con especial emoción mientras esperaba la confirmación de mi preinscripción. Porque desde el año pasado hay un sorteo para cuadrar las solicitudes (74.707) con el máximo de inscripciones que los organizadores admiten (40.000) Afortunadamente, el 31 de octubre me notificaron que estaba entre los ‘elegidos’ y el 4 de noviembre, primer día para formalizar la inscripción, agarré la VISA y cerré mi cita con el maratón para 2014: Berlín / 28 de septiembre. Por cierto, en paquete básico, porque esta prueba no es precisamente barata. Entre 98 y 159 €. Así que ni siquiera tengo una camiseta de recuerdo, cuestión que me trae bastante al pairo, todo hay que decirlo.
Feria del Corredor en el viejo aeropuerto Berlin-Tempelhof
Habían pasado 2 semanas del maratón de Amsterdam y aún no hacía un año de mi ‘bautismo’ en Valencia. Entre ambos había corrido el maratón de Madrid. Hoy no toca hablar del impresentable sr. R., pero en Berlín me resultó inevitable establecer algunas comparaciones con el maratón de mi ciudad. ¡Cómo es posible que en una carrera de 40.000 personas no tuviera que esperar cola (NADA) para dejar la bolsa de la ropa antes de la carrera! ¡Y para recogerla al finalizar tampoco! ¡Ni para la medalla, ni para la bolsa con fruta, ni…! No me extenderé, pero creo que el sr. R. debería venir por aquí con una libretita y un lápiz. Y si encuentra algo de humildad que la eche también a la maleta, que le ayudará si realmente decide aprender algo. Y por supuesto no acepto que se haga de esto una discusión de tópicos Alemania vs España. Ni nosotros somos víctimas de una maldición divina que nos impida ser eficaces, ni las organizaciones alemanas son siempre impecables. Hablo del maratón de Madrid y el maratón de Berlín, que tampoco es perfecto, por cierto. Para las oleadas de salida prefiero Amsterdam, por ejemplo.

LA PREPARACIÓN
Para preparar este maratón seguí un plan genérico, de esos que tanto les ‘gustan’ a los entrenadores, de 16 semanas con 4 entrenos x semana. Mi objetivo era bajar de 4 horas. Acumulaba menos kilómetros que el que seguí para Amsterdam, pero había más intervalos y series y menos rodajes. Empecé el lunes 9 de junio, justo después de correr el Cross del Telégrafo. Durante las 16 semanas participé también en una media maratón de montaña en Lozoya, en la Zumaia Flysch Trail (32K D+1.500) y en asfalto los 10K de Sotillo, en los que hice MMP: 44:16 y la MM de Logroño, como un Drinking Runners más.
Mogollón de stands. Marcas, carreras...
Excepto las dos semanas que estuvimos de vacaciones, en las que me olvidé del Garmin y salía a correr el rato que me apetecía y a los ritmos que me daba la gana, las otras 14 semanas puedo decir que he sido bastante disciplinado. Entrenar en verano, cuando vives en Valdemoro y trabajas en Madrid, es salir muy tarde o muy temprano. Esas ‘horas centrales del día’ que te aconsejan evitar las autoridades sanitarias, en la estepa mesetaria son 8 ó 9. Pero con la complicidad imprescindible de mi familia, pude ir sacando uno a uno todos (o casi todos) los entrenos del plan. Una buena parte de estos entrenos han sido en solitario, pero de los que he compartido con amigos y compañeros gastazapas recuerdo especialmente la tirada larga que hice el 7 de septiembre, a falta de 3 semanas. 
Empezamos Markos, Alberto, Juli, Jan y yo. Jan nos dejó pronto porque quería hacer algo más específico de cara a la Magovia y Juli hizo lo propio cuando aquello empezó a hacérsele demasiado largo. Pero Alberto y Markos, las dos personas con las que más horas de entrenos he compartido este año, me aguantaron los casi 30K de tirada cuando para ellos en ese momento tal vez no era lo más oportuno ni apetecible. Gracias chicos.

LA VÍSPERA
Viajamos a Berlín el sábado por la mañana. A mediodía estábamos en la Feria, que se celebra en el antiguo aeropuerto de Tempelhoff. A lo largo de cientos de metros tienes a izquierda y derecha tropocientos stands de marcas y carreras, y al final del recorrido está la zona en la que te entregan la exigua bolsa del corredor. Dorsal, chip, una esponja, una pulserita de goma y la mochila para el guardarropa con una pegatina con tu nombre y dorsal para identificarla. Y papeles…
Mercadillo en la isla de los museos
Recogida la bolsa (sin ninguna espera) la hora recomienda un primer avituallamiento líquido y sólido y lo hacemos en uno de los chiringuitos que hay al pie de las pistas. Resulta extraño para este españolito de a pie, ver que en el interior de la ciudad más poderosa de Europa se puede mantener un espacio abierto de varias decenas de hectáreas, completamente diáfano, para uso y disfrute de la gente. Cuesta creer que el fin de las operaciones en el aeropuerto no generase ninguna operación urbanística especulativa. Felicidades berlineses.
Después de nuestro primer contacto con el currywurst y la cerveza alemana, nos vamos al hotel. De camino pasamos por un mercadillo en la isla de los museos. Junto al río encontramos unas parejas bailando tangos. El día anima a salir y parece que los berlineses necesitan poco para echarse a la calle. El hotel está muy cerca de Alexander Platz, justo enfrente del Instituto Cervantes. Dejamos los trastos y salimos a descubrir el barrio. Cenamos en un italiano el plato de pasta que indica el manual del buen maratoniano y a dormir.

LA CARRERA
La zona de las mochilas estaba frente al Bundestag
Desde la ventana se ven ríos de corredores caminando hacia el metro. Desayunamos y nos unimos a la marea. Decidimos bajarnos en Friedichstrasse y bajar andando hasta la Puerta de Brandenburgo. Hemos quedado con Vicente en la embajada americana. Allí está. Lleva un buen rato, nos cuenta que no ha dormido bien. Yo, en cambio, he dormido como un lirón. Estoy descansado. Excitado, pero no atacado. Emocionado, ilusionado… listo para disfrutar la carrera y dar lo mejor de mí mismo, espero que durante menos de 4 horas. Bego nos hace las últimas fotos antes de entrar en la zona restringida a corredores. Dejo la bolsa con una camiseta y el forro que traía puesto. Me pongo por encima el plástico que proporciona la organización para que no cojamos frío hasta la salida. Vamos a nuestro cajón, el G. Tiempos previstos, desde 3:50 a 4:15. Hay que caminar un ratillo. Toda la zona de salida está dentro del Tiergarten, un parque enorme vertebrado por la Strasse des 17 juni, calle en la que se encuentran la salida y la llegada. Cuando entramos al cajón ya está bastante repleto y nos quedamos muy atrás. El speaker anima la espera. Aquí hay gente de mogollón de países. Se acerca el momento de la verdad y en la megafonía suenan los primeros acordes de la cabalgata de las walkirias de Wagner. Los pelillos se estiran un poco más. Hordas de runners salen, al galope o al trote, a conquistar Berlín. No es una batalla conjunta, son 40.000 intentos de conquistas particulares. Unas tendrán éxito y otras no. ¿Cuántos kilómetros acumularán estos 40.000 pares de zapatillas? Las adidas de Vicente ayudan poco, porque prácticamente las estrena hoy, sólo tienen 20K. Las de los top tampoco sumarán demasiados, pero a pesar de Vicente y de los keniatas, creo que entre todas pasarán el millón de kilómetros seguro. 
Así se va en el kilómetro 7
Kimetto y compañía salen a las 8:45. Nosotros pasaremos por el arco de salida 16’ más tarde, en medio de un mogollón de gente impresionante.Vicente y yo hemos decidido hacer los primeros kilómetros juntos. Luego iremos viéndolo sobre la marcha. He planteado intentar un ritmo medio de 5:30, eso significa pasar la media sobre 1:56. En el Garmin llevo 2 pantallas. La primera indica distancia, tiempo y ritmo medio. La segunda ritmo del kilómetro anterior y ritmo ‘actual’. Éste último lo entrecomillo porque así es también cómo lo interpreto.
En los primeros kilómetros resulta complicado mantener el ritmo porque hay muchísima gente que va más lenta y tienes que ir superándolos sin incordiarlos, ni perder mucha energía en el empeño. El público está por todo el recorrido, la animación es constante, temperatura perfecta, nada de aire… Es el día perfecto para correr un maratón.
En el kilómetro 7 empieza la música y se me va Vicente. Le pierdo de vista un momento y cuando vuelvo a verle está bastante lejos. Yo no quiero ir tan rápido. En el ritmo medio voy contrarrestando una salida bastante lenta encadenando kilómetros entre 5:26 y 5:36. Antes del 10 sólo habrá 2 que se salgan de ese rango (5:06 / 5:13) En mi estrategia, además del ritmo medio, hay otro punto clave: no pasar 2 kilómetros seguidos por debajo de 5:15. Es una forma de evitar que un exceso de entusiasmo me acabe pasando factura. Sé que la mayoría a estas alturas estaréis hasta el gorro de leer números y estaréis pensando ¿este tío habla de disfrutar un maratón? ¡Si parece Victoria Abril en el 1,2,3. He corrido un maratón en el que prácticamente no miré el Garmin en las 4 horas y 11 minutos que estuve corriendo. Madrid. Lo hice íntegramente con Juan Seguí, no llevaba ningún objetivo en la cabeza y lo disfruté. Pero en Berlín me lo he pasado de puta madre y, aunque parezca difícil de creer, en ningún momento me sentí agobiado por la marca.
Esto es en el paso por la media. 1:56:01
Tampoco es que fuera controlando kilómetro a kilómetro. Muchos de los datos que me dio el Garmin al volcarlo el track a la página los veía allí por primera vez. Pero sé que no podría haber corrido este maratón sin pulsómetro. Otro seguro que sí. Y sabré disfrutarlo tanto o más que éste.  Nueva York podría ser un candidato inmejorable para correr sin Garmin. Lástima que esté absolutamente fuera de presupuesto (acepto mecenas, siempre que me respeten)
Volvamos a la carrera. Ya he dicho que en el kilómetro 7 empezaba la música. Pues bien, la música es un elemento accesorio en este maratón. Uno de los motivos por los que yo recordaré siempre el maratón de Berlín es por la cantidad, calidad y variedad de bandas que me ayudaron a disfrutar aún más de esos 42 kilómetros. La música es una parte esencial de esta fiesta. Se funden con naturalidad un cuarteto de jazz con otro barroco, una batucada o un grupo de rock. Subidón especial sentí en el kilómetro 18 cuando un grupo que ya he localizado en Spotify, Blackmail, estaba tocando She’s some kind of wonderful, de Grand Funk Railroad. Curiosamente, me he reencontrado con esta banda americana, a la que mi madre nunca llegó a apreciar del todo en los últimos ’70 y primeros ‘80, mientras preparaba este maratón.
Postdamer Platz. km. 38. El Ave Fénix volando hacia la meta
Volvemos a la carrera después de la penúltima disgresión. Los avituallamientos son bastante largos, pero se producen embotellamientos inevitables. En este aspecto ayuda poco el tema de los vasos, del que creo que ya hemos hablado en alguna ocasión, pero no quiero pensar lo que podría pasar con botellas de agua por el suelo como vasos había. Llevo mi cinturón de hidratación con 3 geles que, en principio, pienso tomar hacia el 17, 28 y 35. Utilizaré todos los avituallamientos que hay en carrera excepto el primero, en el 5, y el último, casi en el 41. Pierdo tiempo, pero bebo casi un vaso completo en cada punto. A medida que avanza la carrera se va notando algo de calor, y no me importa perder un poco de tiempo a cambio de hidratarme correctamente. Alterno agua e isotónicos, excepto si toca gel, que tomo siempre con agua.
La carrera nos muestra algunos de los lugares que todo el que visita Berlín quiere conocer, pero también nos enseña otros espacios alejados de los circuitos turísticos que resultan muy atractivos. Correr 42 kilómetros no es un mal modo de empezar a conocer esta ciudad, pero para completar la tarea no basta con quedarse hasta el lunes. Salvo que ese lunes esté, al menos, a 22 días del domingo.
Volviendo de nuevo a la carrera, en el kilómetro 34 volví a ver a Vicente. Iba pegado al lado izquierdo y parecía estar rodar muy redondo.
Poco después de pasar bajo la Puerta de Brandenburgo
Le llamé, chocamos las manos y me dio ánimos para ir a por el 3:50, supongo que me vería muy bien, pero yo no iba tan bien como hasta ese momento. Realmente tuve un pequeño bache entre el 34 y el 37 en el que tuve que tirar de todos los recursos que me quedaban. No llegué a ver en peligro el sub 4h, pero es lo más cerca que estuve de sufrir en toda la carrera. Tomé el último gel, me acordé de mis chicas y me acordé mucho de otra chica que es muy especial para todos los que la conocemos y que estaba corriendo a mi lado desde el principio pero extrañamente callada desde la salida. Pensé, si consigo ponerle la mitad del coraje (Berri habría expresado esto mucho mejor, de un modo más gráfico) que ella le pondría, aún puedo recuperar parte del boquete que me acabo de hacer y terminar esta carrera cómo merece. Joder, no sé si fueron los hidratos del gel o el espíritu luchador de Almu que me poseyó, pero de repente decidí que había que darle hasta que se acabara la gasolina y mi cuerpo respondió perfecto. A partir de ese momento ya no miré el pulsómetro. Sólo me guiaba por los puntos kilométricos y a medida que se acercaba la meta forzaba un poco más. Realmente me sentía muy bien. Sabía que podía petar, pero no pensaba hacerlo.
Vosotros no podéis verlo, pero yo sí. El arco de meta.
Cuando pasado el 41 giras a la izquierda y ves la Puerta de Brandenburgo, la emoción te embarga, aunque no le debas nada. Reconozco que en ese instante me salió mi yo más competitivo. Había chocado muchas manitas a lo largo del recorrido, pero ahora no era el momento. No para mí, Celina. Vi a una chica de rosa que me había pasado en el momento bajón como si yo estuviera parado. Estaba a unos 50 metros, tal vez más. Pensé que alcanzarla confirmaría que había arreglado el boquete de aquellos kilómetros malos. Cuando ahora lo escribo, me cuesta encontrar una fórmula para no parecer un completo capullo. Tal vez la demanda extra de oxígeno que reclaman los músculos en una situación así deje al cerebro un poco desatendido y esté justificado pensar como un adolescente en el patio del colegio. A lo mejor tiene mucho más sentido pensar como lo hice del que le encuentro ahora al escribirlo. Sea como fuere, la alcancé, la pasé y con el arco a la vista esprinté con todas mis ganas. 


PS: Después de publicar esta crónica he visto las fotos de la web marathonfoto.com y en realidad la chica de rosa, que se llama  Satoko Fujihara, acabó dándome pa'l pelo. Os juro que había olvidado completamente su repaso.  おめでとう
EPÍLOGO
Un rincón del Berlín alternativo que recordaba Bego.
Berlín ha sido mi 4º maratón y, sin duda, el mejor hasta el momento.

No sólo porque haya hecho mi mejor marca, 3:51:21, bajando 10’ la anterior y quedando a  sólo 1:50:24 del nuevo record de Kimetto, sino porque haciéndolo disfruté de principio a fin. Incluso en los momentos delicados, que también los hubo, porque no me dejé tragar por ellos, claro que tuve una ayuda de lujo.
Creo que me exprimí con cabeza, pero bastante a fondo. No creo que mi mejor marca posible esté muy lejos de la que hice el día 28. Quiero decir, con el planteamiento actual, auto-entrenando y sin pasar de 4 días a la semana, que ya me parece bastante para conciliarlo razonablemente con la vida familiar, laboral, etc. No dejar que una sana afición se convierta en una jodida adicción, vaya.
El circuito, además de ser el flat & fast que registra los últimos nosecuantos records del mundo, recorre una ciudad sin la que no podría explicarse buena parte del siglo XX. No soy historiador ni siquiera ‘un buen aficionado’, pero, sin entrar en valoraciones de buenos y malos (o malos y malísimos) Berlín es una ciudad clave para entender el siglo XX. Y a pesar de que la RAF y la USAAF hicieron un trabajo exhaustivo, aún quedan edificios que nos hablan de esa noche oscura en la historia de la humanidad.
Postdam Platz 1994
Postdam Platz 2014
El domingo por la tarde y, sobre todo, el lunes hasta que fuimos al aeropuerto, donde batimos algún record oficioso seguro, porque llegamos los últimos a la puerta de embarque y con la lengua fuera, caminamos Berlín. Si Rumbao debería conocer este maratón sí o sí, los políticos españoles deberían darse también una vuelta por la ciudad entre genuflexión y genuflexión a la cancillera. Tal vez así entenderían que hay heridas que es mejor dejar que supuren en lugar de cerrarlas infectadas. 
Peace & Love (please)



viernes, 18 de julio de 2014

ZUMAIA FLYSCH TRAIL 13/07/2014



Vista de Zumaia con la iglesia de San Pedro (s.XVI)

El año pasado me inscribí a esta carrera, pero un imprevisto de última hora me impidió correrla y me quedé con las ganas. No planifico mis temporadas deportivas, ni siquiera pienso que el conjunto de carreras en las que participo cada año merezcan ese nombre, pero siempre hay 2, 3 ó 4 pruebas que se cuelan entre mis buenos propósitos de Nochevieja. Para este año tenía Alto Sil, Zumaia Flysch Trail y Maratón de Berlín.
La primera sigue siendo como esa novia de personalidad difícil, que te vuelve loco en el mejor de los sentidos y también en otros que te gustaría poder evitar. Por supuesto que pienso volver a verla en 2015, pero espero no repetir la cagada de este año.
Berlín, porque Bego y yo nos lo debemos desde hace demasiado tiempo y ya va siendo hora de que nos lo cobremos, y además porque todo el mundo habla maravillas de esta carrera. Como de momento he decidido seguir corriendo un maratón de asfalto al año, la elección para 2014 parecía clara y la ‘lotería’ acabó de confirmarlo.
Con mis dos 'prescriptores' de la dieta Zumaia
Y queda Zumaia. ¿Por qué se coló esta carrera entre los 3 objetivos 2014? La primera razón la he apuntado al principio, en realidad era un objetivo de 2013 que no pude cumplir.Pero sobre todo, esta elección tiene dos nombres propios: Alberto y Juanlu. Con su participación en esta edición, entre los dos suman 9. Considerando que éste era el 6º año que se celebraba, está claro que son 2 de los mejores fans de la prueba. Y yo, que además de amigo soy lector fiel de sus crónicas, tenía claro que este año no se me podía escapar. Y mis expectativas se cubrieron sobradamente.
Bego y yo salimos el sábado por la mañana en la furgo con intención de llegar a la hora de comer. 4 horas y media más tarde estamos en Zumaia. Después de un paseo para estirar las patucas, elegimos una taberna del centro para el primer avituallamiento líquido y sólido. Convenientemente alimentados e hidratados, nos vamos a la playita a descansar. En mi caso a echarme una siestón, que termina 20’ después con los gritos de una tía a la que la marea le ha dado un remojón imprevisto. A 2 metros de mí han montado una fila de mesas de catering tremenda y pienso ¿por qué pone esta gente un avituallamiento en la playa? ¿La salida no estaba en la plaza? Al final resultó que era una fiesta surfera con barbacoa. ‘¿Qué si tenemos algo que ver con la carrera? No tío, nosotros somos surferos, no tenemos nada que ver con la carrera’. Pues es una coincidencia cojonuda.
La carga de hidratos está sobrevalorada
Nos fuimos a recoger el dorsal y mientras Bego esperaba allí a Juanlu y a Mapi que habían estado comiendo en Biarritz, yo me fui al briefing que era en un cine en la calle principal. Al salir me los encontré (cómo no) en una terracita próxima, hidratando. Alguna cerveza después nos fuimos a ver cómo iba el avituallamiento playero. Ya con nuestros platos de pincho+costilla+chorizo y nuestra cervecita, imaginamos a Raúl García Castán o a Alfredo Gil apretándose un saludable plato de pasta. Nosotros nos hemos visto obligados a sustituir los hidratos por una apetitosa mezcla de grasa y proteínas. Ventajas de ser unos paketes, supongo.
A la cena le faltaba claramente el postre, así que ponemos rumbo a la plaza desde donde saldremos mañana para solucionarlo con unas tartitas y unas infusiones. Y cada mochuelo a su olivo que mañana dicen que toca correr 31,2K con D+ 1500 m. (en mi Garmin al final salieron los kilómetros, pero el desnivel se quedó en algo menos)
Bego y yo dormimos en Elorriaga, en un sitio fantástico donde mañana abrevaré 2 veces (km. 5 y km. 24)
Por la mañana, antes de desayunar, salgo a dar un paseo por la pista que viene de Zumaia. Un tipo me pasa corriendo y saluda, ‘¡aupa, egunon!’. El tipo tiene un estilo elegante, muy fluido. Corre de un modo natural que mola. Le respondo ‘egunon’ y entonces le recuerdo. Es Alberto Zerain, estaba ayer en el briefing. Aparte de tener 7 ochomiles en su curriculum, es un montañero muy particular. Os animo a que leáis la entrevista a las que os lleva el link. La organización le homenajea este año junto a los fallecidos Benantxio Irureta y Pako Iriondo.
Desayunamos y Bego se va a dar un paseo hasta un mirador mientras yo termino de preparar trastos. Mis pezones, que son una de las partes de mi cuerpo con más memoria, intentan convencerme para que no me ponga la camiseta del Culmen-RdB, pero no hay trato posible. A la tirita habitual le cruzo un esparadrapo y cruzo los dedos para que la humedad no arrastre todo el invento al carajo. 
Llegan una furgoneta y varios coches con voluntarios y se ponen a montar el avituallamiento. Son tropecientos, desde chavales de 10 ó 12 años a señoras y señores de una cierta edad. La verdad es que una de las cosas que más me han impresionado es el mogollón de voluntarios que tiene la carrera, probablemente una de las claves de una organización que roza la perfección.
En estos momentos, charlando con ellos, recuerdo mi reciente experiencia como voluntario en el GTP. Por primera vez viví una carrera desde el otro lado y me encantó. Viví horas muy intensas y compartí con algunos amigos y con muchos desconocidos parte de una carrera que es mucho más que una carrera. Fin del paréntesis, sigamos con la Zumaia Flysch Trail.
Llegamos al  Kaia, campo base de Juanlu en Zumaia, donde puedes tomarte unas cervecitas en la terraza por la tarde o desayunar unos montaditos si te esperan 31K de cuestas al sol y eres un tragaldabas como Alberto.
Con Mapi, Bego, Albertoy Juanlu en el Kaia
Allí estaban él, Juanlu y Mapi cuando llegamos y después se unieron  Juan Antonio (FFDR Brad) y familia, Luis Simó, al que este fin de semana le he descubierto su lado sibarita (en algunas fotos del cuestón del final podéis ver al fondo un hotel cojonudo con spa en el que estaba alojado el mamón. Gerardo, que se pegó un viajecito mañanero de 225 kilómetros por la A8 desde san Vicente de la Barquera para estar aquí y finalmente Mauro (Deltoyano) que corría la carrera de 15 km.
Llegamos a la zona de salida cuando está terminando el aurresku. Lástima, me hubiera gustado verlo. Hay cajones por número de dorsal, pero antes del pistoletazo se juntan todos. En principio voy a correr con Juanlu, que quiere hacer una carrera ‘tranquila’. Como he dicho antes, él va a correrla por 5ª vez, así que las piedras de por aquí ya le saludan al pasar. A mí me viene bien lo de la táctica conservadora, lo único que pretendo es pasar todos los controles en tiempo y llegar antes que los escobas (4:40)
Salimos como locos
La salida es desde la misma plaza que en años anteriores, pero en dirección contraria, para evitar unas obras que en la llegada tendremos que rodear. A las 10 en punto nos vamos.
Los primeros 250 metros son una cuesta arriba curiosa, pero la gente no ha debido enterarse y va bastante rápido. El resto del primer kilómetro es bastante cuesta abajo y ahora sí que se ha enterado todo el mundo porque vamos a saco. ¿Alguien le ha dicho a esta gente que vamos a correr 31,2K con D+ 1.500? Entre los nuestros en seguida se ven claras las intenciones de unos y otros. Gerardo quiere llegar a comer a San Vicente, Alberto quiere sacarse la espinita del sub 4h que no consiguió el año pasado, Luis aún está bajo la euforia del Spa, y Juan Antonio, Juanlu y yo cerramos el grupo (que no el pelotón, de momento)
Primeras rampas (Foto: Baleike.com)
Salimos del pueblo con unas ligeras cuestas, pero los ritmos de momento son más que decentes. En el kilómetro 2, ya en las praderas que rodean el pueblo, empieza la primera Cuesta de la carrera. Fila de a uno, todos caminamos a buen ritmo.  En 700 metros subimos más de 100. Parece que hace algo de calor, ¿no? ¿Y un poco de humedad? Aquí se tarda poco en romper a sudar, supongo que eso es bueno. Un par de toboganes y otra subidita de 1,5K para alcanzar la cota 200. No subiremos mucho más alto en toda la carrera, 209 m. A nuestra derecha, el mar pone un contrapunto de serenidad horizontal a esta locura de sube y baja a la que jugamos hoy. Kilómetro 5,300 primer avituallamiento en Elorriaga, nuestro hotel de mil estrellas y una luna llena de anoche.  Líquido y sólido. Como algo de fruta y bebo agua e isotónico.
¿Quién prefiere correr por la Castellana?
Comienza una bajada hacia el mar, primero suave y luego bastante más pronunciada, que termina con un brusco cambio de sentido en el kilómetro 7. Hemos bajado 130 metros y ha sido divertido, ¿alguien quiere repetir? Pues para repetir una bajada parecida todos sabemos lo que hay que hacer: ¡volver a subir!
En el siguiente kilómetro y medio volvemos a subir 136 metros. De nuevo estamos por encima de la cota 200. ¿Eso qué significa? Efectivamente…¡¡¡a bajaaaaaar!!! Esta vez llegamos al nivel del mar en 2 kilómetros, y el paisaje te deja con la boca abierta. En Salkoneta el espectáculo de los flysch entrando en el mar es increíble. En serio, para mí uno de los momentos más emocionantes de la carrera. Llevamos algo más de 10K y 1 hora y 10 minutos de carrera y aún no hemos recorrido un llano de 10 metros para relajar.
Los flysch en Sakoneta desde el control de Mendata
Juanlu encuentra pronto otra diferencia con respecto al resto de años. El puente de madera que pasaba sobre el río ya no está. Los temporales de este invierno se lo llevaron por delante y el paso es ahora por las piedras. El río apenas lleva agua y a esa altura debe haberse filtrado. Un camino marcado a media ladera nos sube de nuevo a los 100 metros en apenas 400. Como en todas las cuestacas gordas, caminamos a buen ritmo. Unos cuantos toboganes y llegamos al control de Mendata (km. 12) donde una de las voluntarias nos hace un par de fotos muy chulas con el móvil de Juanlu. Aquí viene otro de los cambios con respecto a ediciones anteriores. Al girar en el vértice no se vuelve hacia Uzkanga sino que seguimos hacia el caserío de Mendata, donde encontramos el tercer avituallamiento. Como el resto, bien surtido y muy bien atendido. Fruta, isotónico, media barrita de cereales y agua que utilizo más para refrescarme que para hidratarme.
De las praderías costeras al interior del bosque. (c) Patxi Badiola
El paisaje ha cambiado. Aunque después del primer avituallamiento de Elorriaga hemos recorrido algún tramo de bosque, ahora podemos decir que hemos abandonado los prados abiertos con vistas al mar por pistas de bosque, que más tarde se convertirán en sendas. En el kilómetro 15,5 aprovecho el 4º avituallamiento (sólo liquido) para tomarme el único gel que he cogido. Creo que lleva conmigo más de un año, así que la despedida es emotiva.
Desde aquí bajamos hacia el río Mendata por una senda embarrada en la que parecemos dantzaris más que corricolaris. Que me perdonen los enemigos del barro, pero una carrera de montaña en Euskadi sin barro no es lo mismo. El tramo de río es corto, pero las piedras deslizan aún más que el barro y hay que ir con cierto tiento (me alegro de que no haya imágenes de los primeros que me contradigan, seguro que pasaron volando este tramo)
Playa de Itzurun entre la ermita de San Telmo y La Cuesta
Al terminar el tramo de río llega el 5º avituallamiento. De nuevo sólido y líquido. Más fruta, una barrita, isotónico y agua para beber y para regarme. Hacemos unas coñas con la gente del avituallamiento que, como el resto, son muy simpáticos.
Nada más salir del avituallamiento nos metemos en otro cuestón del quince. 2 kilómetros de subida mantenida nos llevan de los 50 a los 200 metros de altura.  Cada vez me cuesta más caminar tan rápido como lo hace Juanlu. Me fijo y no es un problema de cadencia sino de amplitud en la zancada. Al terminar las subidas me espera de forma más o menos discreta, caminando unos metros más mientras yo aprovecho para trotar y alcanzarle.
En esta carrera hay tramos que se hacen en los dos sentidos, es decir subes por donde bajaste y bajas por donde subiste. Ahora estamos en uno de esos tramos que nos llevará hasta el penúltimo avituallamiento que es el mismo que el 1º.
Quedan menos de 7km. a meta, prácticamente todo en bajada excepto la tachuelilla del pueblo y alguna otra despistada. Llevamos 3 horas y cuarto de carrera, así que tengo 1 hora y 25’ para llegar a meta en tiempo.
Bajando con el rumor de isquios y abductores
Último avituallamiento
Estoy cansado, pero no he tenido una sola molestia en toda la carrera y me relajo. Hacemos unas risas, comemos, bebemos y nos refrescamos. En pleno festejo le pregunto a Juanlu si seguimos o echamos la siesta y uno de los voluntarios mayores me dice: ¿estás bien? Sí, sí, estoy muy bien… ‘Pues a cascarla por ahí, tirad a la meta ya hombre’. Todos nos reímos porque lo ha dicho en un tono serio del copón, pero le hacemos caso inmediatamente. Tal vez nos hemos quedado demasiado rato porque en la bajada empiezo a tener algunos calambres en isquios y abductores.  Intento minimizar las molestias bajando el ritmo. Tal vez debería parar y estirar antes de que me quede como un palo. No, parece que las molestias no van a ir a más y puedo seguir si no me vuelvo loco. Llegamos al último avituallamiento en el que además de agua e isotónico hay un depósito de 1.000 litros de agua en un camión con una manguera. El agua está fresquita y te quedas genial.Vemos a Mapi que está en lo alto de la ladera haciendo fotos. A partir de aquí la iremos viendo en distintos sitios hasta llegar a meta.
Fantástica foto de Bego en La Última Cuesta
Fantásticas Bego y Mapi que se desdoblarán en este última parte haciendo un gran reportaje. Ya estamos en el pueblo. Un poco de callejeo arriba y abajo y llegamos a LA ÚLTIMA CUESTA. Al tran tran y sin volverte loco, la subida va cayendo. En la parte de arriba está Bego haciendo fotos.Lo de sonreír a estas alturas no es tarea sencilla, pero la felicidad puede más que el cansancio y ¿sonrío? Juzgad vosotros mismos, yo os juro que intenté hacerlo.
Culminada la subida solo queda bajar, hacer oídos sordos a los isquios y abductores que vuelven a quejarse bajito y seguir. Adelantamos a un tipo que también ha tenido algunos problemillas musculares en los últimos kilómetros. Le doy ánimos pensando que volvería a verle en meta.
A los 50 m. de correr en llano, petó el komepiedras
Entramos en el casco y en una bajada hacia la iglesia volvemos a ver a Bego. Al final de la bajada se enciende una alarma roja, pero no son mis isquios sino los de Juanlu. La pierna derecha se le queda bloqueada y tenemos que parar a estirar.No se recupera ni siquiera para seguir caminando así que después de un rato decidimos seguir como si fuéramos de parranda (ver foto) Así enfilamos la recta del centro que está a tope de gente que nos aplaude mogollón. De aquí a Hollywood. Parece que los músculos de Juanlu se recuperan lo suficiente para hacer los últimos 200 metros trotando. En meta volvemos a ver a Mapi.
Las muñecas de Famosa

Último avituallamiento con Luis, que ha llegado hace 5’ con una pájara importante. Felicitamos al hijo de Reyes (FFDR) que ha ganado la prueba de 15K, puntuable para el campeonato de España,  en categoría cadete.Esperamos a Juan Antonio, del que no sabemos nada y que por fin llegará con los escobas para acabar la carrera dentro del tiempo autorizado. Le aplaudimos y animamos cómo se merece. ¡Bravo!
Ya solo queda terminar de refrescarnos con un bañito en la playa de Itzurun, la de los surferos, y comer en su chiringuito.
En resumen, un fin de semana perfecto, corriendo con amigos una carrera más que recomendable, con paisajes fantásticos, una organización de 11 y unos voluntarios… ¡INMEJORABLES! Gracias a todos. Intentaré volver.
Gracias maestro